El camino del Reiki va mucho más allá de unas técnicas de colocación de manos para transmitir la energía, el camino Reiki es también un camino espiritual, un camino interior, un camino de autodescubrimiento y de crecimiento personal.
Lo bonito de este camino es que podemos compatibilizarlo con nuestra vida diaria, es más, es un camino “sólo por hoy” que recorremos en nuestra cotidianidad. Esa es para mí su magia, porque no necesito alejarme de mi entorno para practicarlo, no necesito convertirme en un ermitaño, no necesito nada más que mi voluntad para transitarlo.
Es verdad que he llegado a un acuerdo con mi entorno, para tener un tiempo que necesito para estar conmigo misma, un tiempo para meditar, para mi autotratamiento o para simplemente estar en silencio, un silencio, sin palabras, que me habla. Y ese silencio se ha convertido en mi amigo, es mi interlocutor, mi maestro, mi compañero mi guía, mi encuentro con mi alma.